La asistencia en salud mental se asienta tradicionalmente en tres pilares: el médico, el psicológico y el social. En la actualidad, estos pilares se concretan sobre todo en la psicofarmacología, la psicoterapia y la intervención comunitaria. Estos tres apoyos –de una u otra forma, siempre presentes– se dan el relevo, y mientras uno toma la delantera, los otros se sitúan a la zaga. Esta jerarquía persiste hasta que el modelo reinante no da más de sí y colapsa, o incluso sucumbe de vanidad y se corrompe a causa de falso éxito. La historia de la clínica muestra con claridad estos continuos movimientos, estos ascensos y caídas de los que nadie se libra. El caso es que ninguno de ellos sobrevive sin los otros dos. Este hecho conlleva la creación de un extraño triunvirato, tanto más chocante cuanto que a menudo se mira más por los intereses propios que por la función asistencial a la que están destinados. Está claro que todos nosotros tenemos nuestros puntos de vista y servilismos diversos.
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