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Resumen de Cueva Antón, Rambla Perea, and the Upper Pleistocene Prehistory of the Mula Basin (Murcia, Spain): a synthesis

João Zilhão

  • español

    Tres yacimientos en la cuenca de Mula y su contexto geológico y geomorfológico han sido objeto de un proyecto de investigación iniciado en 2006 y concluido en 2018: Cueva Antón y dos abrigos en Rambla Perea: Finca de Doña Martina y La Boja. Los resultados obtenidos han sentado las bases de la cronoestratigrafía del Pleistoceno Superior de Murcia, puesto que, con apenas algún claro, estos yacimientos documentan un poblamiento continuo de la región a lo largo del intervalo entre cerca de 10.000 y cerca de 90.000 años antes del presente. Finca Doña Martina es un abrigo grande pero expuesto, por lo que su secuencia presenta importantes cicatrices erosivas. Por otra parte, la acumulación sedimentaria ha sido en general lenta, por lo que las diferentes unidades estratigráficas corresponden a palimpsestos en los que la abundancia de restos refleja la compactación de múltiples eventos de ocupación.

    Sin embargo, cada uno de esos eventos habrá sido de corta duración y protagonizado por grupos humanos de pequeño tamaño, tal y como se ha podido demostrar en los casos de Cueva Antón y La Boja. Los análisis zooarqueológicos, tecnológicos y traceológicos indican que, en algún caso, la utilización de estos tres lugares habrá sido más bien de tipo logístico, pero que, en su mayoría, su naturaleza fue residencial. Los suelos de hábitat están estructurados en torno a hogares y, además de la fabricación y reparación de herramientas en sílex, documentan la caza, el procesamiento de carcasas, el tratamiento de pieles y el trabajo de la madera.

    La fase más antigua de esta secuencia regional está representada en Cueva Antón por niveles de ocupación muy bien preservados fechados en la primera mitad del Estadio Isotópico Marino (EIM) 5, en un contexto paleoambiental semejante al actual. A falta de datos para el EIS 4, la secuencia sigue, en La Boja, con contextos del EIM 3 fechados entre cerca de 45.000 y cerca de 55.000 años antes del presente. Las condiciones ambientales vigentes son entonces más rigurosas, pero apenas se observa cambio en el grado de conservación, la naturaleza de las ocupaciones y los tipos de actividad. Al final de esta etapa, el nivel I-k de Cueva Antón representa el momento final del Paleolítico medio, y su datación, combinada con la obtenida para el primer Auriñaciense de La Boja, permite situar en el intervalo entre 37.000 y 37.400 años antes del presente el momento en que se da la transición regional al Paleolítico superior. La tecnología lítica cambia radicalmente, pero no hay ruptura en lo que concierne a la tecnología de producción y control del fuego o la presencia de componentes simbólicos en la cultura material, aspectos que se documentan ya en el Musteriense de La Boja y de Cueva Antón.

    La primera cultura del Paleolítico superior regional es el Auriñaciense evolucionado, documentado en los dos abrigos de Rambla Perea y que ha dejado importante y potente huella en La Boja: una secuencia de 80 cm de suelos de hábitat coherentemente fechados por muestras procedentes de hogares perfectamente conservados y asociadas a industria lítica diagnóstica y abundantes adornos sobre concha. En ambos abrigos, la secuencia continúa con depósitos del Último Máximo Glacial en los que se encuentran registradas las diferentes fases del Gravetiense y del Solutrense. En La Boja, un importante paquete del Solutrense inferior demuestra la validez de la clásica subdivisión tripartita de este tecnocomplejo. En Finca de Doña Martina, un hiato importante separa el Solutrense superior del Epimagdaleniense, pero en La Boja hay un potente paquete en posición intermedia que documenta continuidad en la frecuentación de la rambla a lo largo del Solutreo-Gravetiense, del Magdaleniense antiguo y del Magdaleniense superior.

  • English

    A 2006-2018 research project targeted three sites in the Mula basin –Cueva Antón, and two Rambla Perea rock-shelters, La Boja and Finca Doña Martina– and their geological and geomorphological context. With only a few gaps, their stratigraphic successions span the 10,000-90,000 years ago interval and revealed high-resolution, hearth-focused living floors documenting short, intermittent visits by small groups of people: a few display a logistical penchant, but mostly are residential, as shown by zooarchaeological and use wear analyses.

    These contexts demonstrate that a controlled used of fire and the ability to produce it at will existed since the Neandertal-associated Middle Palaeolithic, and they constrain to 37,000-37,400 years ago the latter’s replacement by the Evolved Aurignacian. In addition, they provide strong stratigraphic and chronometric support for the validity of the classical tripartite subdivision of the Solutrean. At these sites, the Palaeolithic sequences are capped by assemblages of Magdalenian and Epimagdalenian affinities.


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