La inestabilidad política junto con el estancamiento del crecimiento económico, han provocado que los desplazamientos humanos se aceleren y se conviertan en un desafío mayor, particularmente, para la salud pública de los países receptores. El estado de salud de los migrantes constituye un activo esencial para el desarrollo integral de sus capacidades, su desempeño laboral, su participación social; en fin, su contribución productiva y pacífica. El contar con una buena salud no sólo beneficia a los propios migrantes, sino que tiene implicaciones macro-sociales y económicas tanto en los lugares de destino como en los de origen. En este trabajo se describen algunas de las complejas cuestiones de salud pública que plantea la migración en un marco de derechos humanos. Además, pretende indicar el carácter variable de la vulnerabilidad así como algunos de los desafíos principales que plantea la migración para los planificadores de políticas sanitarias.
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