Este artículo parte de la crítica a la idea fichteana de subjetividad, que Schelling realiza desde sus primeras obras, donde implícitamente señala la limitación tanto del Yo teórico como del Yo práctico y donde propone una reformulación de la intuición intelectual. Dicha intuición conducirá hacia un Absoluto que trasciende al sujeto, cuya actividad incondicionada debería considerarse como principio explicativo de cualquier acción poética o estética, en cuanto creación total sin nada que se le oponga o restrinja. A su vez, este Absoluto implica ya la identidad o la indiferencia que preside la Filosofía del arte, por lo cual fundamenta una teoría general de la reconciliación. No sólo sirve para explicar la distinción de dos épocas de la cultura: la antigua y la moderna, sino para augurar una nueva etapa en la que se superará a ambas. Además, en el artículo se analizan con detenimiento las características de estos períodos señalando que el inicio del mundo moderno se produjo al fracturarse la unidad entre el hombre y la naturaleza, vivida hasta entonces como una totalidad divina, para mostrar que el verdadero mal de la modernidad es la escisión, la dispersión causada por el desgajamiento del individuo respecto de lo infinito y su aspiración nunca satisfecha de volver a alcanzarlo, salvo en la mística.
This paper begins by focusing on the criticism of the fichtean idea of subjectivity, drawn by Schelling from his early works, where he shows the limitation of the theoretical and practical I, and where he proposes a reformulation of the intellectual intuition. This intuition will guide to an Absolute that transcends the self-conscious. Its unconditioned activity must be considered as an explanatory principle of every poetic or aesthetic action, understood as a total creation without anything opposing or limiting it. At the same time, this Absolute already implies the Identity or the Indifference that presides over the Philosophy of Art. Thus, it lays the foundation for a general theory of reconciliation that includes not only the differentiation of two periods of culture (the ancient and the modern) but also heralds a new era, where both will be overcome. Furthermore, this paper analyzes the characteristics of these epochs, showing that the beginning of the modern world is produced when the unity between man and nature (experienced until then as a divine totality) is broken. As a consequence, the authentic evil of Modernity is the split, the dispersion caused by the separation of the individual from the Infinite and his ever –except in the mysticism– unsatisfied hope of reaching it.
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