La espiritualidad es una dimensión del ser humano que requiere ser profundizada, en particular para humanizar la asistencia a las personas que sufren a causa de la enfermedad o la pérdida de un ser querido. El abordaje de este tema es imprescindible para un enfoque centrado en la persona y requiere profesionales no solo sensibles, sino familiarizados y formados con la dimensión espiritual. La detección de necesidades, el conocimiento de síntomas, podrán dar una mayor competencia espiritual para un cuidado espiritual adecuado. La inteligencia espiritual permitirá a los profesionales acompañar de manera humanizada a los pacientes y familiares. Iniciativas de formación al respecto son imprescindibles. Las situaciones de mayor complejidad y sufrimiento espiritual requieren ser abordadas por profesionales específicos en servicios de atención espiritual que debe haber en las estructuras sanitarias y sociosanitarias, más allá de la garantía de la asistencia religiosa plural
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