Estoy como Gog, aquel personaje de Giovanni Papini, millonario y excéntrico. La semejanza de mi situación con la de Gog no tiene nada que ver con los millones y creo que tampoco con la excentricidad. (Además, es muy probable que para ser excéntrico haya que ser millonario. Los excéntricos que no son millonarios, no son excéntricos, sino bohemios, indeseables, desastrados y haraganes). Mi semejanza con Gog consiste en que necesito un secretario políglota. Mi secretario, como el de Gog, tendría que conocer la Filosofía, el Derecho, las Ciencias, las Artes, la Economía, la Política, la Historia de las Religiones y, sobre todo, varios idiomas, dominar diversas lenguas, así vivas como muertas.
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