La Plaza de San Pedro, en Roma, fue escenario el pasado 17 de mayo de una de las mayores concentraciones de fieles en la historia del actual Pontificado. Ante una multitud cercana al cuarto de millón de peregrinos venidos de todo el mundo, entre los que se encontraban destacadas jerarquías de la Iglesia y personalidades de la vida política y financiera, Juan Pablo II celebró una solemnísima ceremonia de beatificación con la que se ponía fin a una viva polémica -particularmente agria en España- sobre las virtudes de Josemaría Escrivá de Balaguer y el proceso canónico para su elevación a los altares. El Opus Dei conquistó, como un ejército poderoso, devoto y disciplinado, las seculares piedras del Vaticano.
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