Contra lo que cabía esperar en un año de dos glorias universales, la de Sevilla y la de Barcelona, y el añadido de Madrid como ciudad cultural, la primavera se ha puesto caliente y ardorosa, políticamente. El asunto principal ha sido el de la confrontación de las dos organizaciones sindicales protagonistas de nuestro país, con sus idearios socialistas y comunistas, en sus cúpulas, contra el Gobierno socialista de Felipe González y contra el propio Partido Socialista...
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