La reciente intervención en el conflicto irano-iraquí del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar -cuyo eufónico nombre pone al menos una nota hispánica en los titulares mundiales- ha terminado en un rotundo fracaso, uno más en los anales de esta segunda edición de la Sociedad de Naciones. Después de haber exigido, como paso previo para su intervención, un alto el fuego -naturalmente, no respetado-, el diplomático peruano ha recibido, de uno y otro contendientes, respuestas que, en el fondo, dicen lo mismo: que el otro dé el primer paso. Los iraníes han añadido la exigencia de que Irak "pague por su agresión". ¿Otro Nuremberg a la vista?.
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