En el imaginario de nuestro tiempo, asociamos el reclutamiento de los ejércitos medievales a mecanismos como las obligaciones que recaían sobre los súbditos y las que descansaban sobre los hombros de la nobleza a partir de su disfrute de los feudos que los reyes les habían otorgado. La realidad fue más compleja y, sobre todo, cambiante a lo largo del Medievo. Un punto de inflexión sucedió en el tránsito entre los siglos XII y XIII, cuando el dinero irrumpió en la guerra, adaptándose sorprendentemente bien al orden social feudal.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados