Bajo la aparente continuidad de las plantas de criados de las casas reales y de los libros de etiquetas que regían su funcionamiento, el ceremonial real experimentó importantes transformaciones a lo largo del siglo XVIII. El nuevo reglamento de entradas al cuarto del rey decretado en 1709, así como su puesta en vigor -estudiados en el presente artículo- constituyen un buen ejemplo de cuán ambiguas y contadictorias fueron las fuerzas que impulsaron los cambios en la vida de la corte madrileña durante el reinado de Felipe V Diseñado a imitación del de Versalles para restar autoridad y protagonismo a los altos oficiales de la Casa del Rey y hacer brillar la majestad del soberano, su puesta en vigor fracasó a causa del desequilibrio mental de Felipe 14 aferrado a los criados y las normas de su antigua casa de duque D'Anjou. Ello supuso una grave crisis para los cargos más emblemáticos de la Casa del Rey, y una subversión de las reglas que durante un siglo y medio habían regulado el acceso a la persona del monarca, criterio clave que regía la economía de poder en la corte y las estrategias de actuación de los cortesanos
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