Apenas se oye un ruido en los alrededores de La Zarzuela. El Mercedes de la Casa aguarda a la Reina frente a la entrada principal de Palacio. Doña Cristina, que desde hace unas semanas está instalada en Barcelona, ha viajado esta mañana a Madrid para reunirse con la Comisión Nacional de la UNESCO. Ha almorzado en familia y, a eso de las 5,30 de la tarde, espera nuestra llegada. Con puntualidad británica, desciende las escalinatas que dan acceso a Palacio. A paso ligero, las manos en los bolsillos del pantalón y la mirada, en el suelo. "Buenas tardes", dice con una sonrisa enorme, arqueando las cejas, como si el encontrarnos allí, admirados por su naturalidad, fuese para ella una agradable sorpresa.
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