Ofrecen las comedias de cautivos cervantinas un paradigma único en su obra: se representan únicamente en ellas tanto el transvestismo masculino como el femenino. Del examen detenido de ambos recursos se desprende que el musulmán y la mujer llegan a representar de una forma casi intercambiable al ¿otro¿, o a la sombra junguiana, del protagonista masculino católico, español y heterosexual. El cautiverio autobiográfico se transforma lentamente en un laboratorio literario. Dentro de él, Cervantes elabora un concepto cada vez más flexible de la humanidad, cuyos contrarios religiosos y sexuales, trágicamente irreconciliados en la historia, quedan paradójicamente harmonizados en la comedia.
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