Ha vuelto a demostrarse que la profesión de bombero es la más arriesgada del mundo. Diez hombres jóvenes, entre los 26 y los 37 años, la mayoría de ellos casados y con hijos, han dejado sus vidas entre los escombros del edificio de Almacenes Arias, en el mismo corazón de Madrid. Algunos de estos hombres acudieron sin estar de servicio; otros no habían querido retirarse a descansar. Su instinto solidario les hizo despreciar el peligro y cumplir con su obligación hasta la muerte.
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