Introducción: La lesión de la arteria vertebral es un evento grave. El objetivo del estudio fue evaluar el grado de conocimiento de los cirujanos de columna en la Argentina sobre las medidas diagnósticas y terapéuticas de la lesión de la arteria vertebral.
Materiales y Métodos: Se realizó un estudio descriptivo observacional mediante una encuesta difundida a través de la AANC y la SAPCV.
Resultados: Se recibieron157 respuestas. El 47,4% considera relevante evaluar la anatomía de la arteria vertebral en todo tipo de patología mediante métodos angiográficos. La mitad de los encuestados diagnosticó una variante anatómica de la arteria. El 29,2% manifestó haber tenido en su práctica una lesión de la arteria. Solo el 35% tiene un protocolo de acción para el manejo de este evento adverso. El 77% adopta como primera medida el taponamiento. En el seguimiento posquirúrgico, la mayoría estudia el estado final mediante métodos angiográficos. Alrededor del 10% procuraría instaurar alguna medida de profilaxis antitrombótica. El 76,6% dispone de Servicio de Hemodinamia con cirujano endovascular.
Conclusión: Esta complicación está subestimada. Menos de la mitad de los cirujanos utiliza, como rutina, herramientas de diagnóstico de posibles alteraciones anatómicas. No se han observado protocolos de manejo ni seguimiento de estas lesiones.
Introduction: Vertebral artery injury is a serious event. The objective of this work is to evaluate the degree of knowledge of spinal surgeons in Argentina regarding the diagnostic and therapeutic measures of vertebral artery injury. Materials and Methods: An observational descriptive study was carried out through a survey transmitted through AANC and SAPCV. Results: Of 157 respon-ses, 47.4% consider it relevant to evaluate the anatomy of the vertebral artery in all types of pathology by angiographic methods. Half of those surveyed diagnosed an anatomical variant of the artery, 29.2% reported having encountered an artery injury during their practice and only 35% had an action protocol for the management of this adverse event. 77% adopted tamponade as their first measure. In the postoperative follow-up, the majority of surgeons studied the final state of the situation using angiographic me-thods. Around 10% would try to establish some measure of antithrombotic prophylaxis. 76.6% have an hemodynamics service with an endovascular surgeon. Conclusion: We found an underestimation of this complication. Less than half of surgeons routinely use diagnostic tools for possible anatomical changes. Management or monitoring protocols for these injuries have not been observed
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