El espectáculo que publicaba el semanario El Independiente sobre el reparto de altas funciones municipales y autonómicas, y el modo de hacer este reparto, produce una tristeza imponente a los que venimos siguiendo la política española y el destino de España desde hace mucho tiempo; pero ahora ya no hay exilios, clandestinidades o marginaciones, y entonces el país está a la intemperie de sí mismo y, o tiene todos los triunfos, o se adjudica todas las derrotas. Ahora ya no se puede echar la culpa a nadie, porque la soberanía nacional está en manos del pueblo y la responsabilidad es general y es común.
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