Pareciera que las determinaciones políticas se tuvieran que tomar siempre desde un enfoque frívolo de cálculo y conveniencia. Hablar de anteponer el interés de los valores y los derechos humanos a cualquier otra situación que, en términos políticos, pueda resultar más cómoda y manejable, hay quien cree que es lo correcto por razones de practicidad y de mejor protección de los intereses particulares de una nación y de sus ciudadanos. En este artículo sostengo que esto es un error y que el respeto y atención a los valores y derechos humanos de todos y, la consciencia y convicción de ellos y de su superioridad, son de capital importancia en el ejercicio de las decisiones políticas.Reflexiono desde la ética de Max Weber y desde la idea de la fuerza trascendental hegeliana.DOIhttps://doi.org/10.24265/voxjuris.2018.v36n2.03
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