Todas las personas tenemos elementos identificadores. Forma parte de nuestro estar en sociedad. Desde que nacemos nos identifican con nombres y apellidos que dan cuenta de nuestro origen familiar, de nuestra procedencia geográfica y de otros aspectos relacionados con cuestiones étnicas y religiosas. En Estados Unidos, por ejemplo, los patronímicos judíos se asocian a ser miembro de la comunidad; en Europa, llamarse Mohamed te clasifica automáticamente de tener origen en algún país islámico. La identidad no es un mero dato informativo, casi siempre tiene connotaciones sociales que van mucho más allá.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados