Colombia
Hoy más que nunca, la crisis del país parece desbordar los diagnósticos y propósitos de los colombianos empeñados en la construcción de la democracia. Ya no se trata solamente debuscar una adecuada distribución de los bienes económicos y culturales, o de propiciar el acceso sin exclusiones a la representación política sino, sobre todo, de preservar la vigencia delos más elementales derechos humanos. La vida está amenazada. Los portadores de ideales que luchamos por una sociedad donde ladiferencia no sea objeto de persecución somos sindicados como enemigos que hay que exterminar. Académicos, periodistas, maestros, trabajadores de la cultura y en general todosaquellos empeñados en la defensa del pluralismo somos ubicados, progresivamente, en una franja marcada por la intimidación y la muerte. Las ideas se convierten en delito frente a unaoscura justicia privada cuyo proyecto es hacer de nuestro país un cerrado esquema totalitario.
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