El 19 de agosto de 1986, diversos sectores sindicales firmaron el acuerdo de constituir la Central Unitaria de los Trabajadores. A mediados de noviembre del mismo año se llevó a cabo su Congreso constitutivo. En abril de 1987, el gobierno le concedió, finalmente, la personería jurídica. Después de prolongados esfuerzos, convergen allí sectores sindicales muy diversos, que incluso se habían combatido entre sí: la CSTC, de inspiración comunista; el sindicalismo no confederado, con influencia de diversas corrientes de izquierda; partes importantes desprendidas de la UTC y CTC, muy influidas por los partidos liberal y conservador. Antes de su creación, muchos aseguraban que era un propósito inviable. Después de creada, han augurado su pronta disolución. A pesar de ello, la CUT sigue en pie y cada día parece consolidarse más. Si se continúa fortaleciendo, será sin duda un actor social de primera magnitud en los años por venir. Desde fuera se han hecho las afirmaciones más dispares sobre su naturaleza: aparato sindical montado para la reelección de Belisario Betancur, embrión de nuevo partido, central manejada por los comunistas, brazo sindical de la guerrilla. La gran prensa ha guardado un silencio entre cauto y temeroso. Algunos periódicos tratan incluso de proyectar una imagen sombría de la central. El gobierno le ha concedido personería jurídica después de varios meses de vacilaciones y silencios. No hay duda de que la CUT preocupa a las clases dirigentes. Según Jorge Carrillo, presidente de la nueva central, allí se aglutina el 80% de los trabajadores sindicalizados. Para el gobierno, sólo el 61.5%. En cualquier caso es la central numéricamente más importante y la más combativa. Las otras tres centrales, sumidas en una profunda crisis, cuentan con una reducida militancia. Por ello, ANALISIS POLITICO ha considerado de interés común entrevistar a reconocidos dirigentes de la CUT: a Jorge Carrillo, ex-ministro de Trabajo en el pasado gobierno, antiguo dirigente de la UTC, de procedencia liberal; a Angelino Garzón ex-dirigente de la disuelta CSTC y de filiación comunista; y a Abel Rodríguez, actual presidente de FECODE y perteneciente a la izquierda democrática. El reportaje se llevó a cabo con cada uno de ellos por aparte a partir de idénticas preguntas. Las respuestas coinciden en lo esencial, aunque no dejan de aparecer matices y contradicciones que develan las tendencias subyacentes en la nueva central obrera.
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