El 23 de febrero de 1993 , en una estación de policía de Bogotá apareció el cadáver de una niña que había sido violada y asesinada en el interior del edificio. Este hecho marcó el ápice de una situación más general de descrédito y crisis en que estaba sumida la Policía Nacional. El escándalo que el hecho produjo, la profusa información por parte de la prensa nacional, llamaron la atención sobre el cúmulo de cargos que se venían formulando públicamente contra la institución. Ya en años anteriores las críticas se habían hecho generalizadas y sistemáticas, y se la acusaba de niveles intolerables de corrupción e ine fíciencia.
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