Keith H. Carter, Bhiro P. Harry, Michael Jeune, Devian Nicholson
En abril de 1993 se llevó a cabo un estudio de 108 trabajadoras sexuales que ejercían la prostitución en Georgetown, Guyana. En el estudio se investigaron, mediante entrevistas y exámenes de sangre, las relaciones entre seroprevalencia de VIH y conocimientos sobre el sida, comportamientos riesgosos, características de los clientes y uso de condones. Las trabajadoras sexuales callejeras —en contraste con las que trabajaban en bares, hoteles y en Port Georgetown— por lo general cobraban menos, estaban en peor situación económica y tenían clientes en circunstancias similares. Por lo tanto, se clasificaron como pertenecientes a un estrato socioeconómico más “bajo”, mientras que las otras trabajadoras se clasificaron como de estrato más “alto”. En todo el grupo de trabajadoras sexuales se encontró una seroprevalencia general de 25% (95%IC: 17%–33%). Las 50 mujeres clasificadas como de estrato bajo tenían una seroprevalencia relativamente alta (42%, comparada con 10% en el estrato alto), y a ese subgrupo pertenecían 21 de las 27 seropositivas a VIH. Según la información dada por las participantes, también se relacionaban con esos estratos el origen de los clientes (guyaneses o extranjeros), el consentimiento a tener relaciones sin condón y el uso de condón por los clientes. Las participantes de estrato alto consentían más a menudo a tener sexo sin condón. Las mujeres de ambos estratos tenían pocos conocimientos acerca de la causa del sida y la transmisión de VIH y un número importante de las trabajadoras declaró haber contraído alguna enfermedad de transmisión sexual o consumido drogas ilegales en los 2 años anteriores. Los clientes guyaneses usan condones menos que los extranjeros, lo que sugiere un riesgo más alto de adquirir VIH de esos clientes y también de infectarlos con el virus. La seroprevalencia de VIH fue más alta entre las trabajadoras que dijeron haber tenido clientes guyaneses que entre las que recibían solamente a clientes extranjeros. Fue además estadísticamente mayor entre las que tenían más de cinco clientes a la semana. La seropositividad a VIH fue relativamente alta entre las 12 trabajadoras que declararon haber usado cocaína. En general, los resultados de este trabajo sustentan el principio de que deben fortalecerse las intervenciones dirigidas a las trabajadoras sexuales y sus clientes. En particular, debe hacerse un esfuerzo para intensificar la promoción, distribución y mercadeo social de los condones; mejorar los servicios de enfermedades de transmisión sexual que ofrecen tratamiento y orientación personal a las trabajadoras sexuales y aumentar las actividades educativas dirigidas a los clientes guyaneses.
A study of 108 female sex workers engaged in prostitution in Georgetown, Guyana, was made in April 1993. Based on interviews and procurement of blood samples, the study investigated relationships between HIV seroprevalences and AIDS knowledge, risk behaviors, client characteristics, and condom use. Street-walkers—as distinct from sex workers in bars, hotels, and Port Georgetown—tended to charge less, be worse off socioeconomically, and have clients who were similarly disadvantaged; they were therefore classified as belonging to a “lower” socioeconomic stratum, while the other workers were classified as belonging to a “higher” stratum.
The overall HIV seroprevalence found among the sex workers was 25% (95%CI: 17%–33%).
But the 50 subjects in the lower stratum had a relatively high seroprevalence (42%, as compared to 10% among those in the higher stratum), accounting for 21 of the 27 HIV-seropositive subjects. Reported patterns of client origins (Guyanese or foreign), worker willingness to have sex without a condom, and condom use by clients differed by stratum. Participants in the higher stratum were more disposed to having sex without a condom. The workers’ knowledge of what causes AIDS and how HIV is transmitted was low in both strata; substantial numbers of workers said they had contracted a sexually transmitted disease within the past two years or were users of illicit drugs. Condom use is reportedly less common among Guyanese than foreign clients, suggesting a greater risk of contracting HIV from Guyanese clients or infecting Guyanese clients with it. The HIV seroprevalence among workers who said they had only Guyanese clients was statistically greater than the rate among those who said they had only foreign clients. The HIV seroprevalence among those reporting more than five clients per week was statistically greater than among those reporting fewer. HIV seropositivity was relatively high among the 12 workers who said they used cocaine. Overall, the findings supported the view that interventions targeted at female sex workers and their clients should be strengthened—more specifically, that concerted efforts should be made to intensify condom promotion, distribution, and social marketing; to improve STD services that provide treatment and counseling for female sex workers; and to increase educational activities among the workers’ Guyanese clients.
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