En este artículo aborda el aumento de la protesta social en los últimos años, especialmente en un contexto de intensa globalización socioeconómica. Se destaca cómo estas protestas van más allá de las tensiones tradicionales entre trabajadores y empresas, abarcando diversos movimientos sociales con aspiraciones regionales y globales en favor de la humanidad y las comunidades locales. Este cambio ha transformado la protesta de una mera exigencia a un derecho fundamental garantizado a los ciudadanos, quienes la utilizan como medio habitual para expresar su descontento frente a decisiones estatales o privadas. Sin embargo, algunos sectores sociales y posiciones formales argumentan que la protesta debe tener límites y que, en ciertos casos, puede considerarse como un acto delictivo. A pesar de esto, la teoría del derecho ha planteado que la protesta enriquece el aspecto democrático de los Estados contemporáneos.
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