Carlos Ferrer Salat es, ante todo, un hombre ocupado. Ocupado en sus empresas privadas, en el Banco de Europa y en la UNICE, de los que es presidente. Pero, sobre todo, ocupado en cuanto rodea la inminente celebración de los Juegos Olímpicos. A 150 días de la inauguración, Carlos Ferrer Salat anda incluso ocupado en los menús que la organización ofrecerá a los atletas y en que se presten, en la Villa Olímpica, los servicios religiosos de cuatro creencias. No en vano, Carl Lewis ha remitido una carta al alcalde de Barcelona en la que subraya la importancia de esos servicios religiosos.
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