Argentina
Se enfatizan tres características del federalismo argentino que conspiran contra la equidad distributiva. En primer lugar, nuestro federalismo y su muy alto malapportionment legislativo producen incentivos para que la agenda distributiva esté dominada por la distribución territorial de los recursos fiscales entre los gobiernos nacional y subnacionales, más que por la distribución interpersonal del ingreso. En segundo lugar, las desigualdades territoriales producidas por la «lotería geológica» (distribución geográfica de los recursos naturales) es reforzada en nuestro país por la asignación del total de las regalías a las (típicamente ricas) provincias productoras. Finalmente, la propia ley de coparticipación manda que algunas provincias ricas reciban niveles mucho más altos de transferencias federales por habitantes que otras mucho más pobres. Estos aspectos regresivos de nuestro federalismo probablemente expliquen en parte que, luego de largos años de gobiernos supuestamente comprometidos con la igualdad socioeconómica, del enorme aumento del tamaño del sector público argentino entre mediados de los 2000 y mediados de la década de 2010, y de la implementación de algunas políticas públicas efectivamente igualadoras, el país llegue a su cuarta década de democracia con un nivel de desigualdad peor que el que tenía al inicio del actual período democrático.
Three characteristics of Argentine federalism that hinder distributive equity are emphasized. First, our federalism and its very high legislative malapportionment produce incentives for the distributive agenda to be dominated by the territorial distribution of fiscal resources among national and subnational governments, rather than by the interpersonal distribution of income. Secondly, the territorial inequalities produced by the «geological lottery» (geographic distribution of natural resources) is reinforced in our country by the allocation of all royalties to the (typically rich) producing provinces. Finally, the co-participation law itself mandates that some rich provinces receive much higher levels of federal transfers per capita than other much poorer ones. These regressive aspects of our federalism probably explain in part that, after long years of governments supposedly committed to socioeconomic equality, the enormous increase in the size of the Argentine public sector between the mid-2000s and the mid-2010s, and the implementation of some effectively equalizing public policies, the country reaches its fourth decade of democracy with worse levels of inequality than it had at the beginning of the current democratic period.
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