"A mí todo este rollo de la televisión privada me parece una "pasada". En mi casa han puesto dos parábolas, y yo veo unas televisiones "guais", sin permiso de Pilar Miró y sin tener que aguantar a los plastas esos de los Telediarios". Con estas desgarradoras y oportunas palabras se manifestaba a este semanario un joven y afortunado telespectador que, como casi un cuarto de millón de españoles, dispone en su domicilio de un servicio de pantallas parabólicas -una o dos, según los casos- que le permiten acceder a los nueve programas de televisión europeos y americanos que llegan cómodamente a cualquier parte de España.
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