En su obra pionera, Abstracción y empatía, Wilhelm Worringer profundizó en las complejidades de algunas obras de arte abstracto y figurativo, afirmando que evocan distintos impulsos en el público, específicamente, los impulsos hacia la abstracción y la empatía. Este artículo afirma la presencia de evidencia empírica que apoya la extensión de los conceptos de Worringer más allá del ámbito de la apreciación del arte al dominio de la creación artística.
En consecuencia, se postula que la abstracción y la empatía sirven como principios fundamentales que guían la producción tanto del arte abstracto como del figurativo.
Esto tiene una importancia particular en el siglo XXI, donde la inteligencia artificial (IA) asume un papel creativo que estaba ausente en la formulación inicial de la teoría de Worringer. Por lo tanto, este artículo postula que la IA alberga inherentemente una predisposición para la generación de arte abstracto, debido a sus orígenes y funcionamiento no vivos e inorgánicos.
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