Tiene más de una docena de cornadas en el cuerpo, alguna que otra en el alma y una historia larga de torero y de conquistador implacable. Habla con la pausa del hombre arrogante que enmarcó paseíllos cientos de veces... Y cuenta y calla, con unos silencios llenos de elocuencia, e ironiza con humor, a veces agresivo, a veces suave, pero nunca hiriente.
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