Ronald Reagan está atravesando por el peor momento desde el comienzo de su mandato, hace ya seis años. Cuando todo hacía presagiar que su último bienio al frente de la Casa Blanca iba a transcurrir plácidamente, sin grandes sobresaltos, descartada ya una nueva lucha electoral, se ve enfrentado a un escándalo, el "Irangate", que compromete seriamente, si no las condena definitivamente, sus aspiraciones de pasar a la historia de los Estados Unidos como uno de sus presidentes más representativos. La famosa "Comisión Tower" encargada de desenmarañar el "affaire" acaba de hacer públicas sus conclusiones: la actitud de Reagan no es delictiva, pero sí "negligente", una acusación devastadora para alguien encargado de regir los destinos del país llamado a ser la vanguardia de Occidente.
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