Si a usted le sobra la discreta cantidad de veinte o treinta millones de pesetas, no se le ocurra comprar oro, ni divisas, ni un piso para alquilarlo. Y si lo hace, guárdese mucho de comentárselo a sus amigos, ya que una reciente encuesta de SIGMA-2 nos dice que los españoles, en gran mayoría, lo encontramos moralmente inaceptable. Pero si, por el contrario, usted quiere que en su círculo se le considere una persona culta, inteligente y abierta a los aires de Europa y a las últimas modas, invierta en obras de arte, porque, además, no parece difícil, a tenor de los precios millonarios de las últimas subastas, que termine por hacerse más rico.
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