Moratalaz. Barrio superpoblado de Madrid. Ambulatorio de la Seguridad Social. Todo un marco para una puesta en escena dramática. Es lunes. El reloj marca las cinco de la tarde y las puertas de cristal del centro no paran de abrirse y cerrarse. A un lado de la escalinata, un viandante bien abrigado hace sus pinitos con los chicles, el tabaco y la lotería. Parece la entrada a un mercadillo. Niños, señoras y viejos se apelotonan en la planta baja. Arriba, en la primera planta, es peor. Una muralla humana ciega las puertas de las consultas. la gente abarrota los pasillos y aguarda de pie. Aguarda horas. De momento, no pasa nada. Hay quien protesta en voz alta, pero la sangre no llega al río. la masa permanece inanimada. Afortunadamente, no hay bajas que reseñar por conatos de violencia.
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