Después de dos decenios de crecimiento sin precedente, con avances importantes en las condiciones sociales, América Latina se encontró, a principios de los años ochenta, en medio de la más profunda crisis económica de su historia, asediada por enormes obligaciones de deuda externa, altos déficits fiscales, monedas sobreevaluadas e inflación.En los años setenta y principios de los ochenta, las economías de la región encubrieron con abundante financiamiento externo sus crecientes problemas de eficiencia y de desajuste macroeconómico.
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