Desde la entronización de la privación de libertad como pena por excelencia, su discurso justificante ha sufrido grandes variantes: castigo, segregación de individuos enfermos, resocialización, readaptación y demás. Su razón formal de ser ha cambiado de traje una y otra vez, pero su contenido real ha seguido siendo el mismo: el encierro, con una connotación estrictamente castigadora.
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