La combinación de la revolución digital, los avances en biotecnología y la reducción de costes ha abierto nuevas posibilidades para los investigadores que trabajan en el campo de la obesidad. Ahora tienen acceso a una gran cantidad de datos a través de diversas fuentes, como cuestionarios, análisis bioquímicos y antropométricos, así como aplicaciones móviles y dispositivos portátiles que rastrean los hábitos alimenticios y de vida de los pacientes, además de la información disponible en las redes sociales. Sin embargo, el volumen y la complejidad de estos datos han superado las capacidades de los métodos de análisis clásicos, tanto estadísticos como informáticos.
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