Barcelona, España
Cuando el ejército regular Joseon se vio arrollado por las fuerzas invasoras japonesas en la primavera de 1592, empezaron a surgir milicias autoorganizadas por todo el país. En las grandes franjas de territorio que cayeron bajo control japonés en los meses cuarto y quinto de 1592, el colapso de la protección estatal condujo a una situación caótica en la que se produjeron todas las respuestas imaginables: desde huir al refugio en las montañas –muy numerosas en la península– hasta buscar activamente seguridad y ventajas colaborando con las fuerzas de ocupación. Para gran parte de la población, la llegada de los invasores significaba a la vez un peligro letal y una posible liberación de la opresiva jerarquía social y del sistema de corveas impuestos por los Joseon. Los japoneses trataron activamente de explotar este último punto, distribuyendo grano público y prometiendo reducir los impuestos y las corveas, y el estatus de campesino plebeyo a la numerosa clase de nobi, hombres y mujeres sometidos a perpetuidad en servidumbre a sus señores yangban o al Estado.
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