Las mujeres contratadas por las empresas ferroviarias españolas en el primer tercio del siglo XX constituyeron un número importante de trabajadoras, la mayoría de ellas guardabarreras. Este colectivo reunía las características atribuidas al trabajo femenino: ocupación a tiempo parcial, compatible con las tareas domésticas y generadora de un salario “complementario” al del cabeza de familia. Dado el silencio de las fuentes empresariales al respecto, se recurre a la prensa para conocer sus condiciones laborales, caracterizadas por jornadas extenuantes, una alta siniestralidad y salarios de miseria. Asimismo, se analiza de qué manera el movimiento obrero ferroviario tuvo en cuenta sus reivindicaciones.
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