Hubo quien, por un momento, sintió que rejuvenecía 20 años. Pero era un espejismo. La emoción de participar, por primera vez, en una manifestación contra el poder, las carreras ante la policía y la amenaza del cañón de agua -el popular "botijo"-, eran experiencias que adquirían ahora los hijos de aquella generación que derribó al SEU.
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