Después del Brasil, Colombia posee mayor número de palmas que cualquiera otro país del globo. Débese la razón de esta primacía a la favorable situación geográfica de nuestro territorio, en cuyo ámbito concurren condiciones fitoecológicas muy variadas: por el sur y por el suroeste Colombia ocupa una porción muy amplia de la inmensa Hylæa amazónica*, verdadero Edén del reino vegetal, como llamó a esta región el botánico Kerchove de Denterghem; por el noroeste, las selvas húmedas del Darién, del Atrato y del Chocó son la continuación en este continente de las ricas asociaciones vegetales centro-americanas; hacia el nordeste, las fronteras de nuestro país atraviesan una parte considerable de las grandes selvas vírgenes que cubren la región meridional de la cuenca de Maracaibo y que penetran a Colombia por el Catatumbo, en tanto que por los lados del occidente y del suroeste toda la Costa del Pacifico, desde el Chocó hasta el Ecuador, esta vestida de magnas florestas primitivas sujetas a uno de los regímenes pluviales más abundantes de la tierra.
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