El río Li atraviesa durante su escaso centenar de kilómetros uno de los paisajes más fascinantes de China y del planeta: una sucesión de verdes montañas que se yerguen apretadas cual guerreros vigilantes. En sus orillas, bañadas de límpidas aguas, aparecen cuevas de formas caprichosas, arrozales bien cuidados y aldeas intemporales, detenidas en el recuerdo de pasados esplendores.
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