El autor señala que el acuerdo comercial anglo-español del 18 de marzo de 1940 ejerció una clara influencia sobre los dos países durante toda la Segunda Guerra Mundial. Para Gran Bretaña el tratado tuvo un marcado interés político al inicio de la guerra, pero la relación comercial cobró paulatinamente interés sobre todo económico al permitir la cobertura de alguna de sus más imperiosas necesidades. En cambio, para España la prioridad resultó a la inversa, ya que al principio se firmó el acuerdo por intereses económicos, para cobrar, luego, un cierto significado político, al ser Gran Bretaña la única potencia aliada defensora del Gobierno español en las Naciones Unidad hasta finales de 1946. La influencia del acuerdo comercial para que España no entrara en la guerra es difícil de cuantificar, pero, sin duda alguna, tiene su relevancia y fue un factor decisivo. En suma, aquel tratado constituyó un suceso importante, que siempre estuvo presente en las relaciones de los dos países hasta la ruptura diplomática en diciembre de 1946
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