Es, sin duda alguna, la crisis más grave que ha tenido Ronald Reagan en sus seis años de mandato. No está carcomiendo sólo la credibilidad de su Administración y la armonía dentro de ella, sino también el prestigio de un presidente que parecía estar por encima de la política. Hasta ahora, los efectos de la crisis no afectaban a Reagan personalmente. Esta vez, sin embargo, le afectan de lleno. En sus propios cuarteles y en los enemigos se oye que algo tiene que hacer antes de que sea demasiado tarde y la crisis le lleve por delante. Otras -el recuerdo del "Watergate" de Nixon planea estos días sobre Washington- se llevaron a otros presidentes.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados