La olla de los rumores -jueves, 20 de noviembre- había entrado en ebullición. Un vicepresidente de Alianza Popular, durante un almuerzo con periodistas, explicó que en Génova se especulaba insistentemente con la posibilidad de un próximo relevo en la Secretaría General del partido. A nadie le sorprendió el fundamento: Alberto Ruiz-Gallardón, después de la muerte de su padre, podía haber solicitado el relevo para atender el bufete jurídico que acababa de heredar. Anímicamente, la necesidad de alejarse de la refriega política entraba dentro de un sentimiento razonable. Lo sorprendente no era, por tanto, que Alberto Ruiz-Gallardón quisiera irse, sino, sobre todo, la identidad de la persona que sonaba para sucederle: Rodolfo Martín Villa.
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