Llovizna en Santiago. Antes de conocer a José Luis Barreiro, el alma, dicen, de la conspiración del Palacio de Raxoi, el muñidor insisten, de la intriga de "conselleiros" que estuvo a punto de derrocar a Fernández Albor con un golpe-de-mano, un 30-O, de octubre..., he querido hablar con uno de sus más leales amigos y con uno de sus más enconados enemigos. Y así, he oído que "es un hombre de una pieza, de los que no se quiebran..., trabajador sin concesiones, brioso, emprendedor, magnífico gestor público..., la única esperanza para una derecha gallega que quiere ser popular, eficaz y moderna". Y así, he oído también que "es un trepador, un ambicioso de poder, un logrero..., se ha enriquecido en tiempo récord, o ha favorecido a los que hoy son su "sindicato de agradecidos", no sabemos cómo, pero nos lo imaginamos: licencias, contratas, comisiones que no llegaron al partido, relaciones indirectas con el contrabando..., jamás el hijo del cartero de un pueblecito humilde podía soñar con llegar a tanto y tan deprisa". Y en torno al personaje todo es un puro dicen-dicen-dicen...
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados