A diferencia de otros personajes históricos que nos legaron proverbiales escritos en los que ellos mismos sistematizaron su pensamiento a través de manifiestos, desarrollos especulativos o cualquier otro tipo de discurso escrito (eventualmente evaluables a la luz de testigos modernos, e incluso de los propios escritores), el nazareno no nos permite analizarlo con esa misma ductilidad. ¿Por qué habríamos de tomar a Jesús como un autor en el sentido tradicional? Este es un detalle importante a considerar si se quiere tener una percepción de Jesús en cuanto texto, no de terceros, sino de sí mismo. Este ensayo nos abre el juego a ese estudio.
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