Los americanos constituimos una nación de exiliados, algunos de nosotros más recientes que otros, incluso los nativoamericanos se exiliaron de su herencia y de los lugares sagrados tradicionales. En la mayoría de los casos hemos llegado aquí bajo presión, ya sea política, religiosa o económica. Tal vez incluso las primeras sufridas almas que cruzaron el estrecho de Bering desde Asia para poblar este continente, llegaron porque sus vidas estaban amenazadas. Sean cuales fueran las razones, nuestros árboles familiares proceden de trasplantes, con ramas desconocidas enterradas bajo las dislocaciones que la guerra y el hambre, los pogromos y la persecución impusieron.
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