Un cadáver joven siempre ha sido un elemento atractivo para esta sociedad que juega a menudo con la hipocresía y el miedo. Lo que impacta vende a pesar de que haya mentes tan buenas como ingenuas. Quizás sea también un legado romántico para permitir una creación tan emocional como caduca y presentar una cara nívea con trapos negros de moda gótica. Tengan en mente el gancho de los bustos parlantes con el «Ahora van a ver…» –en pleno telediario– estimulando al auditorio a la cultura de la carnaza y después lamentándose del asesino. Pero no es de esto de lo que va este escrito.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados