Muchos de los soldados aliados que desembarcaron en Salerno el 9 de septiembre de 1943 creían que iba a ser más fácil combatir en la “soleada Italia” que en los desiertos de Libia y en el barro de Túnez (véase Tobruk, 1941, en Desperta Ferro Contemporánea n.º 25). Sin embargo, fue mucho peor. El invierno no solo fue frío y nivoso, sino que el terreno montañoso provocó condiciones terribles para los soldados del frente. Según los aliados se fueron acercando a las posiciones defensivas alemanas conocidas como línea de invierno a mediados de noviembre de ese año, quedó evidenciado que se habían cometido errores terribles en el proceso de planificación. A medida que la opinión pública estadounidense y británica fue dándose cuenta de la dureza de las campañas del invierno de 1943-1944, estas se convirtieron en una cuestión polémica.
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