La acción exterior de Arabia Saudí presenta un perfil poliédrico, con muchas y problemáticas aristas. En su entorno cercano, el país está teniendo serias dificultades para despuntar como potencia hegemónica regional: su sistema de disuasión militar ha fracasado de manera apreciable en Yemen, donde ha perdido el control sobre el territorio del norte, ahora en poder de los huzíes.
Los retos clave del entorno próximo de Arabia Saudí son, sin duda, Israel e Irán. En este sentido, no se puede pasar por alto el reciente ataque de Hamás a Israel, evento disruptivo que ha tensionado la política saudí y ha dejado en compás de espera sus últimos esfuerzos diplomáticos con ambos países.
Por el contrario, en el escenario global Arabia Saudí es una potencia que impresiona:
posee unas condiciones económicas y sociales muy positivas que está utilizando para posicionarse exitosamente en los entornos geopolíticos emergentes donde se fragua una alternativa económica al G7.
Arabia Saudí ha entrado de lleno en este mundo que está cambiando las normas del orden global y cuyo dinamismo origina tensiones con el citado G7, que ha perdido capacidad de gobierno.
De acuerdo con su predominio económico, Arabia Saudí tendrá más poder decisorio en los organismos internacionales y más autoridad política en el entorno mundial.
Saudi Arabia's external action has a multi-faceted profile, with many rough edges. In its immediate neighbourhood, the country is finding it difficult to emerge as a regional hegemonic power: its military deterrence system has failed appreciably in Yemen, where it has lost control over the Houthi-held north.
The key challenges in Saudi Arabia's immediate environment are undoubtedly Israel and Iran. The recent Hamas attack on Israel, a disruptive event that has strained Saudi policy and put its latest diplomatic efforts with both countries on hold, cannot be overlooked.
By contrast, on the global stage, Saudi Arabia is an impressive power: its economic and social conditions are very positive, and it is using them to successfully position itself in emerging geopolitical environments where an economic alternative to the G7 is being forged.
Saudi Arabia has entered fully into this world where the rules of global order are changing and whose dynamism is causing tensions with the aforementioned G7, which has lost its capacity to govern.
In line with its economic dominance, Saudi Arabia is set to have more decision-making power in international bodies and more political authority in the global environment.
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