Juan Pablo Paredes, Luis Francisco Letelier Troncoso, Javiera Andrea Cubillos Almendra, Raquel Gutiérrez Aguilar
Cuando pensamos en comunidad, suele aparecer la idea de un grupo de personas que convive de manera más o menos permanente, comparte formas de vida y posee valores comunes. Así entendida, aunque la comunidad protege, da estabilidad y permite el consenso, no tiene la capacidad para producir nuevos modos de convivencia, nuevos valores o instituir lo social. Estas representaciones son herederas de la clásica oposición comunidad-sociedad, que se estableció con el surgimiento de la sociedad moderna, el gran invento teórico del siglo XIX (De Marinis, 2011).
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