La fragmentación política actual exige más diálogo. Debe ir acompañada de una acción política orientada a reparar lo que en el tejido social está roto por la desigualdad; a la mejora de unos servicios públicos que refuercen un concepto tangible de ciudadanía y de derechos; a devolver la esperanza de futuro a una juventud que no ha conocido más que una sucesión de crisis y de oportunidades perdidas. Es decir, hace falta poner en marcha políticas que refuercen el sentido de pertenencia a un proyecto democrático compartido.
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